miércoles, 6 de agosto de 2008

Como actuaba el Asesino Serial de Yucatán

MERIDA.-Mario Alberto Sulub Canché posee habilidad para convencer, lo que hizo que tres jóvenes del interior del Estado subieran a su automóvil a pesar de que era la primera vez que tenía contacto con ellas.

Las jóvenes, cuyos asesinatos fueron admitidos por Sulub Canché, habrían sentido confianza en él, a pesar de que no lo conocían. Pero las jóvenes fueron violadas, asesinadas y sus cuerpos abandonados en diferentes sitios inaccesibles.

El ofrecimiento para que las jóvenes subieran al automóvil de Sulub Canché era sencillo: “un trabajo en Mérida”, “un rápido paseo” o “un rato de plática”.

El más reciente caso, el de la joven Guadalupe Rodríguez Méndez, comenzó en una calle de Chicxulub Pueblo el lunes 28 de julio, a las 8 de la mañana.

El asesino confeso llegó a esa población y encontró a dos jóvenes platicando en una calle. Las abordó ofreciéndoles trabajo, lo que no aceptaron.

“Es fácil, van a ganar $100 al día, en un minisúper”, insistió el acusado.

Las jóvenes prefirieron pedirle a Sulub Canché que se retirara, lo que hizo de inmediato. Sin embargo, esperó que las jóvenes tomaran caminos distintos y en ese momento abordó de nuevo a Guadalupe, a quien le insistió en el trabajo.

La joven aceptó ver el lugar donde trabajaría con el ofrecimiento de que si no le gustaba la llevaría su casa.

“No tardamos, vamos”, dijo el ahora detenido, como él mismo relató a la policía.

En unos minutos de viaje, rumbo a Ixil, el acusado hizo preguntas de índole sexual a la joven. El panorama cambió de repente cuando el detenido entró a un camino terracero.



“Es por una necesidad fisiológica”, respondió a una pregunta de la occisa.

Enseguida vino la propuesta de una relación sexual que la joven rechazó. La muchacha pidió volver a su casa, lo que aceptó Sulub Canché, pero con una condición: “Te amarro de las manos”. La joven no tuvo más remedio que aceptar. En ese momento fue ultrajada.

Minutos después la joven cayó en una crisis nerviosa y Sulub Canché la amarró de los pies, pero como la menor no se calmaba se dijo a sí mismo “Esto ya valió, está fuera de control”.

Decidió matar a la joven como lo hizo con otras dos en los últimos 14 meses. La ahorcó, le quitó un par de aretes y un anillo, enterró el cuerpo y regresó a Mérida.

“Comí con mis hijos, luego fui a ver asuntos de mi mamá y vendí las alhajas”, relató el detenido a la policía.

En el caso de Marlene Pech Canul, de Motul, en enero, la joven iba a laborar como niñera cuando fue abordada por Sulub Canché, a la que convenció de pasar “unos momentos agradables”. La joven subió al automóvil, la invitó a bebidas alcohólicas y sostuvieron relaciones sexuales por mutuo acuerdo, según el detenido.

Luego, como la joven se molestó por diversas circunstancias, el acusado decidió matarla. La ahorcó, le quitó algunas alhajas y la enterró. Regresó a Mérida, vendió las alhajas y continuó su vida normal.

En junio de 2007, el detenido viajó a Conkal y vio a la estudiante Alma Lucely Canul Ciau, a quien invitó a subir al automóvil para “llevarla a la escuela”. Sin embargo, después de “varias vueltas” con ella, salió de esa población rumbo a Chicxulub Pueblo y entró a una brecha donde propuso a la menor que sostuvieran relaciones sexuales, lo que la joven rechazó.

“Si no quieres, no te llevo de regreso (a Conkal)”, le advirtió el inculpado.

La joven aceptó, pero más adelante, en un descuido del detenido, la menor tomó un pedazo de madera y le propinó un golpe a Sulub Canché.

“Eso me molestó y por eso la maté”, relató el detenido a la policía.

Le propinó varios golpes hasta matarla y luego tiró el cuerpo en una aguada que surgió a raíz de la extracción de materiales para construcción.

El detenido, como publicamos ayer, pidió perdón por los daños causados y ofreció disculpas a los padres de las menores.

Fuente: Diario de Yucatán

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